jueves, 28 de enero de 2010

Todos somos inducidos

Es necesariamente comentable lo sucedido la madrugada del lunes pasado.

El ser humano, la persona; el profesional, el trabajador, el deportista, el futbolista;
El goleador, el “ídolo”, el “símbolo”;
El promovido, el vendible, el negociable, el bien pagado;
El extranjero, el americanista, el chilango;
El mujeriego, el borracho, el envidiado, el retador;
El balaceado, el muerto; el milagro;
El herido, el paciente, el entubado, el sedado;
El santo, el hombre, el esposo, el padre, el hijo, el cuñado…
La nota, el protagonista, el rating, el show…
El culpable, la víctima.

Por aquello de “todos somos Cabañas”, ¿Cuál es Usted? ó ¿Cuál quiere ser?

Ya otras veces a sucedido que se “mezclan” las secciones periodísticas. Una por sí sola SIEMPRE pasa desapercibida a quien no es asiduo de ella; comúnmente le vale gorro al morboso con quién hizo alianzas tal o cual candidato, el aficionado al deporte odia saber el adelanto de la telenovela, y sólo si ayuda a ganar votos el politiquero usa su disfraz populista comentando otras secciones. Ejemplos intolerantes su pueden encontrar en los foros y comentarios de la internet, donde siempre se critica al periodista que no se queda en su sección.

Eso sí, en este país, todos buscan desesperadamente rating, y al menor “escándalo” y porque además, políticamente está de moda, se atan cabos, se amaran navajas, se hacen alianzas. Lo curioso es que la gran mayoría de periodistas olvidaron la universalidad humana (y la cultura general) y desconocen totalmente la sección de al lado. (Como el profe de mate que no tiene ortografía y la miss de español que necesita calculadora).

Lo grave del asunto radica en que el llamado cuarto poder, es la profesionalización de la sociedad, debieran ser los expertos, los investigadores, los CONFIABLES y contrariamente se olvidan de ser personas, olvidan la dignidad, y nunca entendieron la existencia de la ética.

El caso de Salvador Cabañas Ortega, de la sección de deportes saltó a la policíaca, luego a la de política, y se adjuntó a la de espectáculos. El rating es mayúsculo, primero de riza y luego de mal gusto escuchar a los “especialistas” deportivos, debatiendo lo dicho por una actriz. Habrá quien piense que la Chapoy no debe “manejar” al Monarcas Morelia, habrá quien crea que Angélica Fuentes de Vergara corrió a Ramoncito de las Chivas, en Puebla estamos seguros que Mario Marín tiene que ver con La Franja.

No decimos que sea malo hablar de otra sección, sino el NO conocerla. Lógicamente los expertos en los casos políticos tienen mucho más experiencia, no es para menos, los protagonistas de su nota acostumbran embarrarse de lo que les dé protagonismo. Sin embargo al moverse entre la élite del gobierno, acostumbran usar lenguajes “raros” para la gente de a pie, no se detienen a pensar que los aficionados a las novelas y el futbol (que son mayoría en México) hablan con peras y manzanas, con goles y maquillaje.

Del lado de al lado, los “expertos” en espectáculos y deportes, siempre le han tenido PÁNICO a los casos políticos, saben que hay mañas pero desconocen su uso, procuran no decir nada que no esté en el boletín de gobierno, se muestran lentos, nerviosos y miedosos.

A ninguno de los comunicadores en cuestión le pasa por la mente la responsabilidad social que conlleva una noticia, no se detienen a entender el aspecto humano y social del protagonista, ni mucho menos de la sociedad; a unos sólo les interesa obtener las letras más grandes impresas y el espacio al aire en horario estelar, a sus jefes vender publicidad; a los otros su interés es quedar bien con el de arriba, y a su jefe ganar la candidatura.

En síntesis, en un caso como el de Cabañas, es notable cuando un periodista se maneja a sí mismo y dice lo que piensa y siente, en comparación cuando tiene que hablar de lo que no sabe, le dan “línea” o tiene MIEDO.

Entonces, el mexicano de por sí inseguro, es inducido a decidir una de las opciones de “ser Cabañas”; nadie quiere ser el que quedó tirado en el baño, o el entubado en el hospital; mejor ser el mediocre prófugo acusado que huye, o el sedado (por los medios) que no quiere saber nada de la realidad.

René Avendaño Villafuerte
paraqueatuvuelta@hotmail.com

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