lunes, 15 de junio de 2009

Necesidades mutuas

El país entero esta inmerso en depresiones económicas (y mentales), aburrimientos y modas monótonas y consumistas. No hay guías, ni caudillos, ni mucho menos héroes que sirvan de ejemplo, que den ganas de seguir luchando o al menos intentando. Sería mucha responsabilidad si les damos a un equipo de futbol este título, debemos de entender que están “clasificados” como entretenimiento, y no pueden darnos trabajo, ni prestarnos dinero, ni detener o juzgar a los delincuentes.

Al estilo de película de terror, el locutor de los anuncios radiofónicos y televisivos nos inculca el miedo de los narcotraficantes; un mes después, el mismo estilo, el mismo narrador cambia la palabra “narco” por la de “influenza”. Pero los mexicanos no somos tan mansos a los medios de comunicación como los gringos que cancelan sus vacaciones. Luego de tantos años de mentiras, a unos nos acostumbraron a buscarle el lado contrario, a otros al “ya ni modo”, los dos seguimos viviendo entre gripes, drogas… y políticos.

Eso sí, han logrado dispersarnos, nos han mantenido enfrentándonos unos a los otros, mientras ellos montan su show en las elecciones. Pero toda la fuerza del gobierno, todas sus secretarías, delegaciones, empleados, seguidores; nos mantuvieron no más de una semana escondidos ante “sus contingencias”, eso fue el máximo que pueden controlarnos, nos quitamos el tapa bocas y los mandamos a la basura, a los dos.

Por lo tanto urgía (urge) una desfogue, una esperanza, una motivación. Claro que el martes fue sólo para los que nos gusta el futbol; pero la fe, las ganas, la felicidad, no tienen que ser exclusivamente deportiva, las podemos contagiar.

Como bien dijeron en los reportajes, había hasta señoras de la tercera edad con una franja en el pecho, bebés con los ojos bien abiertos, mascotas uniformadas. 35 mil contaron los reporteros, no hay por qué hacerles caso si exageran o no; pero quien estuvo ahí, se pudo dar cuenta que la avenida Juárez estuvo, no como si hubiéramos ganado el campeonato, sino como si México ganara el mundial; la avenida Reforma sólo en la procesión de Semana Santa acumula tantas almas, y el zócalo repitió este 26 de Mayo un grito de independencia pero con banderas blancas con franja azul.

Todos los participantes a la celebración de La Franja, efusívamente buscamos agradecer a nuestros héroes darnos las alegrías que el gobierno nos quita. Incluso al intentar comparar este 26 de Mayo con los acostumbrados quinces de septiembre, tienen mucho más honestidad los improvisados gritos franjistas, que un guión escrito e hipócrita de cualquier político diciendo viva México.

Pero hay más por resaltar. Este agradecimiento, ese abrazo, esos vivas, esos Puebla… Puebla… van y regresan. En el estadio Cuauhtémoc, los goles son recompensados con gritos y vivas, sólo hasta ahí estábamos acostumbrados, reciben besos y abrazos en su coche o en el restaurante, pero también son a cambio de fotos y firmas. Son pues los jugadores los primeros asombrados ante tanta alegría del martes pasado, están grabadas en fotos y videos las expresiones de clara y honesta alegría del equipo Puebla, no sabían lo que provocan, no están acostumbrados a tan grande muestra de afecto.
A estos hombres, jugadores de futbol, les enseñaron a jugar con ganas, hicieron suya la responsabilidad de ganar, decidieron por orgullo y por dignidad, poner el alma y el honor durante 90 minutos en el pasto; y con ello provocaron el gusto primero de los aficionados, y luego de los contagiados.

Esta retroalimentación mutua de jugadores y seguidores, este abrazo a larga distancia que se dan, provocan la estrecha relación entre guías y seguidores; no pueden vivir los jugadores sin su público (Ejemplo: Necaxa). Podemos vivir sin Puebla de La Franja, pero no por más de diez años, nuestras ganas de ganar son acumulables, nuestras ansias se retroalimentan, crecen y esperan nerviosamente el inicio del siguiente torneo, esperan la liguilla del próximo campeonato y levantar la copa en diciembre próximo.

No fue necesario que ganaran el campeonato, tampoco llegar a la final, talvez no era necesario meterse a la semifinal. Pero Sí era necesario agradecerles.

René Avendaño Villafuerte
paraqueatuvuelta@hotmail.com

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